02 abril, 2010

Viernes Santo, 2 de abril de 2010. Jn 18, 1-40. 19, 1-42

<> ¿Acaso alguna vez Jesús ha hablado mal? ¿Acaso Jesús ha hecho algo que lo haya hecho merecedor del suplicio de la cruz? Sin embargo fue asesinado en la cruz por todos nosotros.
Cruz, gloriosa cruz… Dios mismo fue clavado en ti y sobre ti derramó su sangre preciosísima. Tú eres la representación más perfecta de lo que nosotros somos. El hombre y la cruz tienen una similitud impresionante:

Primero. Antes de Cristo los dos estaban perdidos, tanto el hombre como la cruz. El hombre por haber caído en la culpa original, la cruz porque era maldita.

Segundo: Cristo toma la condición de hombre para arrancar al hombre del pecado. Cristo toma la condición de cruz, muriendo en ella, haciéndose cruz, para traer la salvación al mundo entero.

Tercero. La Sangre preciosísima de Cristo empapó la cruz, y la misma Sangre empapó a todos los hombres.

Cuarto. Tanto la cruz como los hombres son nada si les falta Cristo.

Gracias Dios por morir en la cruz por nosotros. Gracias por tu inmensa compasión que borra nuestras culpas. Gracias por tu inmenso amor… amor hasta la muerte.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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