“El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.”
Dios no da su Espíritu con medida, Dios que es infinito nos ama infinitamente, como diría san Agustín: “la medida del Amor, es amar sin medida” y el Señor nos ha amado sin medida, por eso nuestras palabras nunca podrán abarcar su inmensidad y grandeza, pero nos acercan a Quien es la Palabra, el Verbo y nos permiten trasmitirlo a los demás. Danos Señor, palabras de sabiduría para que a quienes hablemos de ti, lo hagamos con la abundancia y eficacia de tu santo Espíritu.
El Padre ha puesto todo en manos de su Hijo por naturaleza, el Hijo por gracia pone todo en manos de María y a nosotros se nos ha puesto el Tesoro de tenerles ¿Cómo cuidamos tal tesoro? ¿Cómo administramos los dones, gracias y virtudes que Dios nos quiere dar? ¿cómo valoramos la grandeza de la consagración?
Definitivamente ¡cuán poco amamos! Aún con tan maravillosa gracia que cualquier rey, cualquier adinerado de la tierra quisiera tener. Pero no nos desesperemos, solo invoquemos y vivamos en los brazos de quien sabe valorar verdaderamente la Vida Espiritual.
Virgen María, toma cuanto hayamos podido hacer de bueno, conserva en nuestra alma a Dios, enséñanos a poseerle desde ya para que lo hagamos por toda la eternidad y que la evangelización sea consecuencia de que nuestra alma desborda del Amor. Totus Tuus, Mamá.
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