Viernes, 20 de mayo de 2011. Jn 14, 1-6
¡Cuánta angustia! Separarse de quien ha dado su vida, de quien nos ha amado hasta el extremo, me imagino cómo se habrán sentido los apóstoles, aun sabiendo que Él está vivo, pero aún más angustioso es pensar cómo se habrá sentido María y José en la perdida de Jesús en Jerusalén, sin saber que le podría haber pasado.
¿Cuál es nuestra esperanza? Saber que aunque no hemos comprendido el camino, ya hay muchos que lo recorrieron, saber que la Virgen María vive con nosotros cada prueba y momento de aridez, saber que Ella es la luz que ilumina nuestro caminar en Quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
Totus Tuus mi quería Señora, Gracias por estar a mi lado, porque te pertenezco y me perteneces en un acto total de amor y misericordia.
Como hoy recordamos a San Bernardino de Siena, sería bueno acudir a sus enseñanzas y escucharle: “Es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es San José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular…Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu Esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.” De los Semones de san Bernardino de Siena, presbítero; Sermo. 2, de S. Ioseph: Opera 7, 16. 27-30.
No hay comentarios:
Publicar un comentario