Evangelio según San Juan 15,12-17.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
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Qué alta es nuestra misión: amar a los demás como Cristo los amó... Uff, pero ¿quién podrá hacerlo? ¿habrá alguien que pueda cumplir esto? Claro que no, por lo menos por sus propias fuerzas. Nosotros no somos capaces de hacer tal cosa, pero si Dios nos ha puesto esta misión, entonces debe existir alguna manera de lograrlo.
En todo el Evangelio de Juan hemos encontrado la expresión: "todo lo que pidan se os concederá". Entonces, para llegar a la plenitud del amor, es necesario acudir a Nuestro Señor y al Padre y pedir que podamos cumplir con esta misión. Hay que acudir al Amor para poder vivir el amor. Pero antes que nada tengo que preguntarme: ¿Sé amar? ¿Por qué todo el mundo habla del amor si nadie sabe qué es y cómo se vive? ¿Cómo voy a saber amar a los demás si ni siquiera he meditado bien en el amor de Dios?
Para amar es necesario ir a la fuente, beber de la fuente, volverse fuente. Para amar hay que acudir a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo, porque al contemplarlo a Él, podremos conocer el Amor. Nadie viene con instrucciones bajo el brazo sobre el amor, nadie sabe amar por instinto (porque el amor no puede reducirse a un instinto natural, eso sería degradarlo completamente). El amor es algo demasiado grande que no sabemos manejar. El amor se aprende de rodillas a los pies de la Cruz. Para aprender a amar hay que doblar mucha rodilla y pedir muchísimo las gracias del Espíritu Santo.
Entonces, para cumplir el Mandamiento del Amor hay que acudir primero al Amor y beber de Él. Para cumplir el Mandamiento del Amor no hay mejor camino que el mismo que Nuestro Señor escogió para tal fin: estar a los pies de la Inmaculada, ¿o quién crees que le enseñó a amar a Cristo? Fue la Inmaculada, Ella le enseñó a amar al Amor mismo... María fue el modelo humano del cual se alimentó Nuestro Señor para aprender a amar...
Si el mismo Cristo aprendió el amor en su propia Madre, entonces ¿con cuánta más razón debemos aprender nosotros también de la Divina Maestra?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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