Sábado

Lectio Divina.
Jn 15, 18-25

Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí.
19 No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia.
20 Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes. ¿Acaso Acogieron mi enseñanza? ¿Cómo, pues, acogerían la de ustedes?
21 Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora su pecado no tiene disculpa.
23 El que me odia a mí, odia también a mi Padre.
24 Si yo no hubiera hecho en medio de ellos obras que nadie hizo jamás, no serían culpables de pecado; pero las han visto y me han odiado a mí y a mi Padre.
25 Así se cumple la palabra que se puede leer en su Ley: Me odiaron sin causa alguna.
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Dios vs. Mundo

La batalla está casada. El mundo o Dios. Los hijos de la luz o los hijos de las tinieblas. Para conocer bien cuál es el antagonismo entre estos dos elementos hay que saber que no se es malo por ser del mundo simplemente, sino por escogerlo a pesar de conocer a Dios.
No hay maldad para quien vive en el mundo sin conocer a Jesús y a sus obras, pero para quien ha visto los prodigios, las obras y el mensaje de Cristo, y se queda con el mundo, sí que será culpable.
¿Ahora, Cuál es la diferencia entre el mundo y Dios?

El mundo ama a los que son suyos, Cristo ama a todos.
El mundo odia a los que no son suyos, Cristo no odia a ninguno sino que a todos los ha llamado para seguirlo.
El mundo promete una falsa tranquilidad y paz. Cristo promete persecuciones y batallas para alcanzar la verdadera Paz y la vida eterna.
El mundo no enseña nada concreto más que lo que cada uno desee. Cristo enseña el Camino, la Verdad y la Vida. Además, quienes siguen a Cristo ya tienen garantizados los resultados: no serán escuchados.

Entonces, si el resultado es que no serán escuchados y el “fracaso”está garantizado, ¿para qué seguir a Cristo? Hay que seguirlo, porque fue muriendo en una cruz como el Señor nos salvó a todos y nos abrió las puertas para la vida Eterna. El plan divino es que nosotros seamos otros Cristos, que muramos a nosotros mismos, al mundo, al pecado, que nos inmolemos en el altar perfectísimo de la Cruz para asemejarnos a Él. Sólo allí, cuando todo parece perdido, cuando el “fracaso” llega, es allí, extactamente donde el triunfo es verdadero, porque si el grano de trigo no cae por tierra y no muere, entonces no dará fruto.

La respuesta la tengo que dar yo, ¿qué prefiero? ¿el mundo, la falsa paz y tranquilidad y la fama, y la perdición eterna o asemejarme a Dios Encarnado, desgastarme cual vela encendida para dar luz, gastarme y desgastarme por los demás y alcanzar la verdadera Paz y vida Eterna?

¿Qué fácil es decirlo, verdad? ¿quién podrá ayudarme en este camino? Madre Inmaculada, a ti recurro. En tu Corazón quiere vivir y morir, sé la salvación de mi alma. Te quiere llevar en mi pecho como la fuente de mis alegrías y también de mis dolores. Quiero abandonarme en tu regazo como el Niño Jesús. Deseo amarte con toda mi alma, con todo mi ser, respirara por ti, vivir por ti, seguirte, amarte, confiar en ti. Quiero vivir mi Consagración a tu Inmaculado Corazón con todas mis fuerzas. Deseo ser verdaderamente “cosa” tuya, Madre Inmaculada, pero ¿cómo lograrlo? Sólo por medio de las Gracias de Nuestro Buen Dios puedo. Tú que eres la medianera de todas ellas alcánzame la gracia de amarte definitivamente. Todo por amor a Ti, Reina mía, Prometida mía, Hija mía, Madre de mi alma y de todos mis hermanos.

Me Consagro total, definitiva e irrevocablemente a tu Inmaculado Corazón, allí quiero vivir y morir. Te autorizo para que hagas de mí lo que más te plazca. Tuyo soy, Prometida mía; te pertenezco y mi salavación depende enteramente de Ti, porque te he escogido como mi protectora. Mi vocación es tuya, no puedes dejarme porque soy sólo tuyo.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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