Los mandamientos y prescripciones que Cristo nos ha dejado y que la Iglesia nos invita a guardar pueden parecer simples restricciones que limitan nuestra libertad o que incluso impiden momentos de alegría. Sin embargo, para quien ha experimentado el amor de Dios, los mandamientos son preciosos medios que nos permiten manifestarle libremente nuestra opción por Él. Permanecer en su amor significa seguir sus pasos. Pasos que a veces implican serenidad y otras veces nos conducen al Calvario y a la cruz. No son sólo los actos sino el amor con el que los hagamos lo que agrada a Dios y lo que llena nuestras almas de gozo.
Así que es claro que la única manera de permanecer en el amor del Padre es obedeciendo a las últimas palabras de la inmaculada en las escrituras “haced lo que él os diga”, solo haciendo lo que el mismo Hijo de Dios, nos pide es decir, cumplir lo mandamiento, de igual forma imitar a María Santísima es su perfecta obediencia a estos, lograremos ser partícipes del gozo eterno.
Madre, he aquí tu esclava de amor, concede Mi señora tu obediencia, tu amor a la voluntad de tu Hijo porque solo haciendo lo que él me pide, podre permanecer es el amor del Padre.
PAZ Y BIEN!
PAZ Y BIEN!
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