Viernes, 13 de mayo de 2011. Jn 6, 52-59
Varias afirmaciones hace Jesús, primero afirma que el que come su carne tiene vida, luego aclara que da vida eterna, después dice que su carne es verdadera comida y su sangre es verdadera bebida y luego habla de la habitación suya en el alma y de la unión de la santísima Trinidad, es entonces, la inhabitación de Dios en nosotros.
Es todo un proceso de amor, toda una historia de amor, donde la Virgen María dio su carne a Cristo y al tenerle a ella seremos consecuentemente Eucarísticos, Pan que da vida humana, vida eterna, que es verdadera comida y bebida, que santifica.
Eres por ti Jesús por quien quiero vivir y morir, solo Tú has saciado mi alma, solo Tú has dado sentido a mi existencia, solo Tú puedes sostenerme… Eres la plenitud de mi vida. ¿Por qué no somos verdaderamente trasformados? Jesús da la respuesta: “El que me come vivirá por mí”, es decir, aun no vivimos por Él y para hacerlo debemos vivir primero con, por, para y en María y Ella es quien nos enseña a hacerlo más perfectamente por, con, para y en Jesús.
San José, enséñanos la vida interior en los corazones de Jesús y María, enseñanos a vivir nuestra consagración. Amén.
Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.
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