Este es uno de los pocos versículos de la Biblia que nos habla de la adoración de Jesús. El primero también está en el evangelio de Mateo, cuando los Reyes Magos lo visitan en el portal de Belén y lo adoran. ¡Jesús es Dios! —no sé cómo los Testigos de Jehová leen estos pasajes y no creen en la divinidad de Cristo—.
Una vez más nos encontramos con las diferencias entre los sinópticos y el evangelio de Juan. Ayer veíamos cómo en este último sólo se hacía mención de la Magdalena, mientras que en Mateo se habla de la Magdalena y la otra María. Además hoy encontramos un elemente que tampoco está en Juan: Jesús salió al encuentro en el camino y les habló. ¿Esto es una contradicción? No, es una complementación del hecho. María (en el evangelio de Juan) salió del sepulcro creyendo que se habían robado el cuerpo del Señor; pero en el camino se encuentra con Jesús resucitado (Mateo). Es así como encontramos en el evangelio de Juan la expresión: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos!» (Jn 20, 8-9). Esto quiere decir que no entendían las Escrituras, se encontraron con las mujeres que les dijeron que estaba vivo y después llegaron al sepulcro vacío para constatar que verdaderamente había resucitado.
Al respecto de este evangelio nos dice San Jerónimo:
Las primeras mujeres merecieron oír: "Que Dios os guarde", porque así quedaba deshecha la maldición de la mujer Eva, en estas mujeres.
Y San Juan Crisólogo, en el sermón 76:
Estas mujeres son figura de la Iglesia porque Jesucristo reprende a sus discípulos cuando dudan acerca de su resurrección y los confirma cuando vacilan. Cuando sale al encuentro de estas mujeres, no las asusta con su poder, sino que las previene con el ardor de su caridad. Porque Jesucristo se saluda en su Iglesia, que ha recibido en su propio cuerpo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
Gabriel López
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