¡Qué gozo! ¡Verdaderamente Resucitó!
Si miramos con detenimiento este evangelio nos damos cuenta que María Magdalena estaba fuera del sepulcro llorando y al mirar hacia adentro vio los dos ángeles, ante la pregunta de éstos no se admira, acaso ¿no es suficiente escuchar a un mensajero de Dios? En realidad, no podemos desprestigiar la acción de los ángeles, pues fue voluntad divina que estuvieran allí, fueron muy útiles, pero no nos quedemos mirándoles, como necesitadso de amor dirijamos nuestra mirada a Dios, como misioneros del Señor motivemos, interroguemos sobre cómo se vive, el porqué se llora, digamos con María: “haced lo que Él os diga”, para que al exhortar, las personas no nos vean a nosotros, sino que como María Magdalena, puedan tomar la decisión de dar un giro, «dar media vuelta y ver a Jesús», logrando dirigir el alma a Cristo que esta fuera del sepulcro y que vive, ése es el primer paso para una verdadera perseverancia y camino de conversión, para un encuentro personal con el Señor, para escuchar de su dulce voz nuestro nombre, para que sane nuestras heridas, para que seque nuestras lagrimas, para poder conocerlo a profundidad, para poder decir «¡He visto al Señor!»
Para reflexionar: ¿Qué me impide dar un giro a mi vida? ¿Cómo es mi oración? ¿dejo hablar a Dios? ¿he visto al Señor?
Amado Jesús te pedimos, por medio de tu Madre, de nuestra Madre, una verdadera y profunda vida interior, vida tuya en nosotros,y que siendo humildes en el anuncio del Evangelio, descubramos diariamente tu gran amor de Dios, tus maravillas, que conservemos y cultivemos los muchos motivos que nos das para anunciarte, ¡te amo! con mi pequeño y débil amor.
Jessica Restrepo
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