El evangelio de hoy nos muestra la figura de la cananea que pide a Jesús un milagro, pide a Jesús par que la socorra a ella y para que sane a su hija de un espíritu que la aflige, Jesús la felicita por su fe, así pues el evangelio nos trae un camino de inquietud hacia nuestra fe ¿Cómo es nuestra fe en Jesús? Pues esta mujer que venía de los gentiles tenía la fe como si fuera israelita y su fe movio el corazón de Jesús, pues primero el Señor responde con un silencio, luego le dice que el pan no es para ella, y sin embargo ella con gran humildad sigue insistiendo hasta que el señor le concede esta gracia, pues grande fue su fe. Que importante la fe que el Señor felicita al que la tiene y corrige y pide que se incremente a quien no la tiene o le hace falta fe.
Por otro lado que hermoso poder conjugar la figura de esta mujer del evangelio con "La Mujer" la llena de gracia, pues María tiene por excelencia una fe viva y ardiente, una fe viva que aunque goce de la visión beatifica de Dios y no la necesite, pues ya ve con claridad todas las cosas en Dios, pero el mismo Dios le permite mantenerla para irradiar a sus hijos predilectos y ardiente para encender hasta el corazón más frio. Es María la madre que tuvo en sus manos al verbo divino y sin dudar en su divinidad lo alimentaba y hasta lo protegía. Esta fe es mayor a la de todos los santos, profetas y hasta patriarcas. ¡Qué fe la de María!
Oh Madre Santa enséñame a confiar en ti y en tu misericordia, dame de tu fe viva y ardiente, pues yo soy débil y desfallezco, tengo tan poco que en muchas ocasiones siento perderme, ayúdame a ser más devoto tuyo pues así se que seré más devoto de Jesús mi fin último.
¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
"Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam"
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