Bienaventuradas las que eligen al Señor Dios como esposo. Bienaventurados los que dejan todo por ir en pos de Jesús. Dichosos los que eligen estar solamente con Cristo, porque nunca serán defraudados. La mejor elección es entregarse a Jesús, a María y a las cosas del cielo, ¿quién de nosotros se ha arrepentido de entregarse al Señor? Estoy seguro que los mejores años de nuestra vida han sido al lado de Dios.
«Hay unos que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos, ¡el que pueda entender, que entienda!». Que dicha poder decir algún día «mi único amado es Jesús, mi vida le pertenece completamente, no tengo ojos para nadie más».
María, enciende de amor nuestro corazón por Jesús. Que nuestra vida entera gire en torno a él, que nuestra alma se estremezca siempre por Cristo. Madre, dichosa tú porque has creído, regálanos a Cristo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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