27 agosto, 2010
Las Diez Virgenes
El Señor al contarnos la parabola de las diez virgenes efectivamente quiere mostrarnos que la relación de Dios y los hombres en como una boda nupcial, la relación de un esposo, con una esposa; si analizamos la boda como el mundo de ahora vamos a ver que es una relación de rivalidades en el sentido que hoy se casan para ser feliz y no para hacer feliz a la esposa, ésto es un amor egoísta, diferente al amor de dos enamorados que viven el amor de Dios, ¿como es pues la relación de los esposos? él uno se preocupa por el otro, que este bien, que le hace falta, hace lo que sea porque su pareja sea feliz a su lado, así le cueste sacrificios, y renunciar sus propios gustos, para agradar asu pareja.
esto es lo que el Señor quiere que nosotros dejemos nuestros egoísmos y nos preocupemos por hacerle feliz, y agraderle en todo renunciando a nosotros mísmos ya que por sí solo no podemos ser felices.
Pero hay algo más que tener la relación entre Dios y nosotros, vemos que Jesús nos dice que la virgenes necias aunque tenían aceite, no tenían lo suficiente para esperar a el esposo; esto nos puede pasar a nosotros cuando nos quedamos tranquilos pensando que con tener a Dios y estar en una comunidad, hasta haciendo apóstolados, nos vamos a salvar; Pero no, tenemos que estar siempre llenos de aceite, y el aceite es la gracia de Dios que hace que nuestra alma esté siempre encendida, como la lampara de las virgenes prudentes.
Para entender este evangelio es necesario que mieremos a nuestra Santa Madre que es la Virgen en la cual se cumple perfectamente el Evangelio, ya que Ella siempre estubo con el alma encendida de la gracia de Dios; "la llena de Gracia" como la llama el Angel Gabriel.
pidamos pues a ésta buena Madre que nos de la gracia de tener nuestras almas encendidas de la gracia de Dios, para estar a la espera de nuestro esposo.
"Entre Dios y nosotros reinaba una grave discordia. Para pacificarla, para llevarla a buen entendimiento, ha sido necesario que el Hijo de Dios se desposara con nuestra naturaleza... El Padre consintió y envió a su Hijo. Éste, en el lecho nupcial de la Bienaventurada Virgen, unió nuestra naturaleza a la suya. Son éstas las bodas que el Padre preparó para su Hijo. El Verbo de Dios, dice Juan Damasceno, tomó todo lo que Dios había puesto en nuestra naturaleza: un cuerpo y un alma dotada de razón. Lo ha tomado todo para salvarme enteramente por su gracia. La Divinidad se abajó hasta este desposorio; la carne no podía acabar con un desposorio más glorioso" San Antonio.
Sant`Antonio prega per me.
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