La devoción de los fariseos y escribas es hipócrita, presuntuosa y externa, y Dios, que ve los corazones y no las apariencias, descubre las verdaderas intenciones las cuales estaban llenas de crímenes y mentira.
¿Cómo esta nuestro corazón? Quizás abundante de miseria y pecado igual que los fariseos, pero la clave es reconocernos necesitados de Dios, no presumirnos salvos, sino pedir humildemente misericordia, fidelidad y la gracia.
¡Cuán necesaria es la contrición! Mamita, que por tu intercesión el Espíritu Santo ilumine mi entendimiento, me llene de humildad y me sienta necesitada de Dios en todo momento. Amén.
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