12 diciembre, 2010

Domingo, 12 de diciembre de 2010. Mt 11, 2-11

¡Qué responsabilidad la de los discípulos de Juan! Definitivamente debían dar testimonio de los actos de Jesús, debían ver y oír verdaderamente lo que hacia el Señor. Muchas veces nuestros sentidos nos engañan, vemos lo que no es, escuchamos lo que no es, entonces debemos acudir a Nuestra Señora de Guadalupe para que con sus ojos podamos ver y oír la obra de Dios como en realidad es.

Todas las curaciones, limpieza y el anuncio del evangelio, se da solo cuando se reconoce una necesidad cuando nos damos cuenta de la ceguera, la invalidez, la lepra, la muerte, la pobreza, por lo tanto debemos mirar la misericordia y grandeza desde la pequeñez y miseria, pues así es notoria la obra, porque lo que se faltaba y carecía, queda saciado por el Amor Eterno.

Virgencita de Guadalupe, tu que no vives de apariencias sino que miras el corazón, danos una intención pura para buscar del Señor, de sus palabras, que no busquemos las obras de Dios sino el Dios de las obras, y que lo exterior que manifestemos sea producto de la vida interior. Amén.

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