17 diciembre, 2010

Viernes, 17 de diciembre de 2010. Mt 1, 1-17

La genealogía de Jesús según la carne, fue necesaria que se pusiera en las sagradas Escrituras para contrarrestar las herejías, que negaban su naturaleza humana. Así mismo como se inició el evangelio de Mateo enseñándonos la naturaleza humana de Cristo, Juan inicia el evangelio mostrándonos la naturaleza divina de Jesús, entonces no cabe duda que Jesús tiene dos naturalezas: humana y divina.

Nuestro Señor nace en un contexto, proviene de Abraham y David, así en nuestra vida espiritual, también podemos ver que proviene del fruto de la oración que algún antepasado y ¡que responsabilidad tenemos! ¿Qué será de nuestras futuras generaciones sino oramos por ellas? ¿Qué será de las futuras generaciones sino nos formamos en la fe? ¿Si no hacemos la voluntad de Dios?

Virgen Inmaculada, Madre de los Cristianos, ayúdanos a discernir el Divino Querer, que podamos pasar por la historia haciendo el bien, amando como tu lo has hecho, que seamos buenos padres como tu, tanto biológica como espiritualmente, que podamos engendrar muchas almas para la eternidad, para que el Señor siga naciendo. Amén

San Ambrosio, in Lucam, 3. Otro reparo: contándose doce generaciones desde Jeconías hasta José, ¿cómo dice el evangelista después que ha descrito catorce? Si observamos atentamente, encontraremos también aquí las catorce generaciones. Hasta José se cuentan doce, la decimotercera es Cristo, y hubo, como atestigua la historia, dos Jeconías, padre e hijo (2R 24), no suprimiendo a ninguno de los dos el evangelista, sino contando a ambos, con lo que, añadido Jeconías el menor, se completan las catorce generaciones.

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