29 diciembre, 2010

"Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él"

Dios es todo un caballero y en su sabiduría se da a conocer a las almas poco a poco, pues sabe que nuestro corazón, pequeño y frágil, no resistiría conocerle plenamente en el mismo instante en que tiene su primer encuentro de amor con él.
Luego el tiempo va pasando y uno se va acostumbrando a Dios, a lo sublime de sus misterios, se hace rutina poder escuchar su palabra, siendo palabra Dios, ya no nos estremece verle en la Eucaristía, actuamos como si creyeramos que porque sabemos algo de él ya es suficiente y todo deja de admirarnos, de sorprendernos, en definitiva vamos perdiendo el fuego ardiente del primer amor.
Mientras que La Santisima Virgen y San José tenían unos corazones ardiendo de amor por Dios, aunque eran los padres del Mesías aún se admiraban de cada cosa que conocian de él, de cada instante que vivian a su lado, ¿ qué habrán sentido al saber que tenian al mismo Dios en su casa?, y lo más impresionante es que a pesar de nosotros, tambien le tenemos, Dios está en nuestra casa, en nuestro corazón pero ¿ cuánto frío sentirá nuestro Señor en un corazón acostumbrado a tenerle?.

Mamita María te suplico la Gracia de enamorarme de Jesús y de mantener el fuego del primer amor encendido en mi corazón como se mantiene en el tuyo y en el de San José. Jesús y María os amo!!

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