13 diciembre, 2010

La Autoridad de Dios, vivida por María


¿Con qué autoridad haces estas cosas? Es la autoridad del mismo Dios, es el Padre quien le ha dado la autoridad al hijo para enseñar, para curar, para sanar, para exhortar a su pueblo y esta es la misma autoridad que nos regala Dios en nombre de Jesús para que nosotros por su nombre y en su nombre exhortemos a la conversión, exhortemos al cambio de vida, nos convertimos en unos “Juan” que predican y gritan en el desierto, pero esto solo lo podemos hacer por la gracia sobrenatural que el Señor nos regala a través del bautismo.

Es triste la oposición que podemos tener nosotros a la autoridad de Dios al igual que los sumos sacerdotes y ancianos del templo, ellos en sus razonamientos llenos de soberbia solo veían el cuestionamiento, así muchas veces nosotros hacemos esto con nuestros superiores, padres e incluso el mismo Dios que aunque muchas veces lo hacemos de forma indirecta, con las quejas por lo que nos depara la divina voluntad, lo ofendemos y lo crucificamos.

La virgen ha sido la fiel testigo de la autoridad de Dios y ha estado atenta para responder con fidelidad al llamado de Dios, es ella la encaminada a recoger y preparar un ejército de amor para el amado Jesús. Inmaculada que yo te ame a ti como lo debería hacer, que yo me deje amar como lo debería hacer.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
¡Ad Maiorem Dei Gloriam per María!

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