28 diciembre, 2010

Inocentes


El Señor aunque venía a ser rey no era el tipo de rey que creía el rey Herodes, no iba a ser un rey del mundo que venía a arrebatarle su trono de gloria terrenal, es más, siendo rey iba a ser coronado, pero no con una corona de oro sino con una corona de espinas. Pero por la ignorancia de Herodes se derramó la sangre de tantos inocentes que en realidad no tenían nada que ver con el reinado de Jesús, sin embargo, la promesa de Dios permanece y aunque muchas mujeres lloran inconsolable sus hijos al niño Jesús no se le quebranto ni un hueso, tal y como lo habían predicho los profetas, porque Él era Dios y por tanto su padre lo cuidaba en todo momento para que cumpliera la misión que vino a realizar a la tierra.

Señor hoy te entregamos todas nuestras vidas, pidiéndote de todo corazón que ante todo nos devuelvas la inocencia para no caer más en tantos pecados que nos alejan de ser como niños. Más bien Jesús haznos como niños, puros e inocentes para que nos ganemos el reino de los cielos.

Madre de misericordia te pedimos la gracia de amarte con todo nuestro corazón para que nuestra vida sea una continua alabanza a Dios así como lo fue la tuya. Te amamos mamá. Haznos instrumentos dóciles de tu amor.

En el corazón de mi Madre, la Iglesia... ¡Yo quiero ser el AMOR!

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