07 diciembre, 2010

La oveja de Dios

«¿Qué es el hombre para que tanto de él te ocupes, para que pongas en él tu atención?» (Jb 7,17). La oveja perdida, somos tu y yo, y de tal forma Dios deja sus 99 por venir por ti y por mí. El Señor se ha entregado hasta el extremo por nosotros pues somos sus hijos queridos, amados y necesitados de amor.

Es increíble ver como el Señor es capaz de darse por completo para rescatarnos de la perdición, el Buen Pastor es capaz de ir a buscar la oveja perdida porque la ama particularmente, porque la ama singularmente y exclusivamente, cada una de ellas significa mucho para él, en cada una de ellas ve su propia vida.

Así Dios no quiere que ninguna oveja se pierda, y para esto llama a sus apóstoles y misioneros para que vayan por el mundo buscando la oveja perdida, la centésima oveja.

Oh Virgen inmaculada enséñanos a ser apóstoles preparados para buscar ovejas perdidas pues en algún momento nos encontraron a nosotros y ahora nosotros queremos ayudar a encontrar las ovejas perdidas.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
¡Ad Maiorem Dei Gloriam per María!

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