07 diciembre, 2010

Martes, 07 de diciembre de 2010. Mt 18, 12-14

Solo alguien que ame su labor de Pastor, que ame sus ovejas es capaz de valorar a cada una, es capaz de ir en busca de la que se pierde, se alegra por verla por tenerla a su lado.

Igualmente sólo alguien que valore su estudio se esfuerza por cada una de sus materias y se sacrifica por ganarlas, por no perderlas y valora mas la que mayor esfuerzo implicó, así también pasa con el trabajo, con el dinero, se valora cada peso, cada minuto; así pasa con un noviazgo, con un matrimonio, con una familia, con un sacerdote, que valora mas en la medida del esfuerzo, del sacrificio que implica, de cada acto de amor y perseverancia que se hace en las contrariedades de la vida, en los sacrificios diarios.

Ahora vale cuestionarnos ¿Cómo amamos las almas? ¿Qué hemos hecho por ellas? ¿Cómo es nuestro celo? ¡Cuánto nos falta! Definitivamente no sabemos cuánto nos ha encomendado Dios, cuánto vale una persona, cuánto vale la pena sacrificarse por ellas, cuánto vale orar por la perseverancia de quienes han sido evangelizados por LAM y también por nuestra propia perseverancia.

Madre Inmaculada, Virgen Hermosa, Mujer fiel a Dios y a los hombres, ayúdame a amarme y a amar a las almas como tu y Jesús aman, pues así no me pondría en peligro de pecado, no pondría en riesgo la vida de Dios en mi alma, no dejaría ni un minuto de ofrecer actos de amor por la conversión de los pecadores, no dejaría de desear la santidad, no descansaría de amar, de orar, de predicar, de luchar contra mis inclinaciones desordenadas, contra mis pecados y de aprovechar las gracias que el Señor me da diariamente.

Gracias Mamá, por permitirme estar en tu vientre inmaculado, porque me vas moldeando, porque me vas nutriendo, Te amo!

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