07 julio, 2010

Miércoles 7 de julio de 2010. Mt 10, 1-7

Jesús les dio poder a sus discípulos sobre los males espíritus para expulsarlos; también les dio poder para curar TODA clase de enfermedades y dolencias. ¿Por qué el mundo de hoy se empeña en decir que todo lo que Jesús curaba eran enfermedades y no demonios?

El hombre actual le tiene tanto miedo al demonio que prefiere decir que no existe para estar tranquilo. ¡Jesús expulsó muchos demonios y sus apóstoles también lo hicieron! Nosotros, los bautizados debemos orar constantemente para alcanzar la protección de Dios en nuestras vidas. Para evitar que el maligno se entrometa en las familias y para expulsar al demonio de nuestros hogares.

Negar la existencia del demonio y su influjo en las personas es negar el evangelio.

Te pido Señor que toques mi corazón con un carbón ardiente que lo purifique de sus malas inclinaciones y de sus impurezas y que por medio de esa herida me recuerdes constantemente el deber de anunciarte a toda la creación. Que de aquella herida brote el amor a tu Santísima Madre y que aquel dolor insaciable me lleve a refugiarme en ella en todo instante de mi vida.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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