23 julio, 2010

Viernes, 23 de julio de 2010. San Mateo 13, 18-23 JR

Los tres enemigos del alma están al asecho para que la semilla de la Vida no de fruto en nosotros, en el primer momento el maligno roba lo sembrado, en el segundo la carne no quiere someterse a las dificultades, se deja llevar por sentimientos, y en tercer lugar, el mundo seduce y como había un apego a él se ahoga el alma en tales propuestas.

¿Cómo se siembra en tierra buena? Tenemos la dicha de que el mismo Señor nos explique ésta parábola y hay varias cosas a resaltar para producir frutos: inicialmente Jesús manifiesta el sentido de la parábola a los discípulos, enseñándonos que para entender la palabra es necesario ser discípulo, pues a este es a quien se le explica; además, debemos constantemente formarnos a los pies del Maestro, elevando las potencias del alma hacia los misterios divinos y en consecuencia, cada situación difícil que se nos presenta se podrá ver en clave de eternidad, pues “todo sucede para bien de los que aman a Dios” (Rm. 8:28) y Él “no permitirá que seamos probados por encima de nuestras fuerzas” (1 Cor 10:13)

Santa María, ruega por nosotros.

Jessica Restrepo S.

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