02 enero, 2011

Domingo, 02 de enero de 2011. Mt 2, 1-12

“Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”

La manifestación empieza porque aparece una estrella, entonces los magos responden al llamado y quieren adorar al Mesías porque es verdadero Dios y verdadero hombre, lo quieren adorar porque es Dios con nosotros, porque Él vino a brillar en todas las naciones, porque quiere invitar a todos los hombres a dejarse amar por Él, porque es Dios para todos los hombres y no quiere esperar a que esté grande, sino quiere que lo acojamos desde pequeño, desde niño.

Los magos entraron en la casa, puede ser que la sagrada familia ya no estuviera en el pesebre sino alojados en una humilde casa en Belén, es así como vieron al niño con la Madre, porque María es la perfecta mamá que está al lado de su Hijo, esta siempre al lado nuestro, hijos por adopción.

Mi adorado Jesús, al lado de María, junto con los magos quiero adorarte, quiero ofrecerte el incienso de mi pequeña oración, que la Virgencita eleva a ti y engrandece, quiero ofrecerte la mirra de mi fragilidad, de mis sacrificios, de mi pobre humanidad para que tu la tomes conforme a tu querer, y te ofrezco el oro que tu mismo me has dado, todos los regalos espirituales que me has brindado, todas las virtudes teologales que has sembrado, para que den frutos especialmente de amor, el mayor tesoro que puedo darte y recibir de ti.

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