21 enero, 2011

Viernes 21 de enero de 2010.

Evangelio según San Marcos 3,13-19.
Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,
y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.
Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

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El Señor llamó a los que quiso. No fueron los discípulos los que tomaron la decisión e ir en pos de él, sino que fue la gracia de Dios la que actuó en ellos y los movió a responderle. ¿De qué nos podemos gloriar si es el Señor quien lo ha hecho? Los caminos del Señor no son mis caminos, Él nos guía por sendas tranquilas y nos hace reposar en prados abundantes. Su vara y su callado nos sosiegan y nos guarda como a las niñas de sus ojos.

Gracias Señor porque es eterna tu misericordia, porque tu bondad todo lo llena y siempre estás con nosotros. Gracias por el amor que nos tienes y por la madre que nos regalas. Gracias porque nos hablas constantemente por medio de las personas que menos esperamos y porque tú guías nuestros pasos.

Madrecita María, toma lo que somos y transfórmanos a semejanza de tu hijo, Jesús. Madre Inmaculada, háblanos al corazón y ayúdanos a convertirnos. Madrecita querida, nos entregamos a ti.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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