22 enero, 2011

Sábado 22 de enero de 2010.

Evangelio según San Marcos 3,20-21.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".

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Los parientes de Jesús lo consideraban un exaltado. Si al leño verde lo tratan así, ¿qué será de los secos? Si Jesús, por hacer el bien y por anunciar su Reino fue calumniado e incomprendido por sus mismos parientes, ¿con cuánta más razón seremos nosotros considerados fanáticos, exaltados o exagerados?

Menos mal que la corona la da Cristo y no los hombres. Menos mal que Nuestro Padre ve en lo secreto y conoce lo profundo del corazón. Menos mal que María Inmaculada nos acompaña y nos alienta a seguir. Menos mal que todo esto se hace es por Dios y no por los hombres.

Madrecita querida, ayúdanos a ser valientes y entregados a Nuestro Señor. No permitas que la presión del mundo nos aleje de nuestra verdadera misión.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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