17 enero, 2011

Lunes, 17 de enero de 2011. Mc 2, 18-22

La penitencia es necesaria pero debe ordenarse por el amor y la caridad, ¿de que sirve estar ayunando y empezar a comprarse con los demás? Definitivamente es necesario hacer una introspección y considerar la necesidad que tenemos de ayunar.

Podríamos preguntarnos ¿Por qué me sacrifico? ¿Por qué me privo de algo? La motivación debe ser estar con Jesús, con el esposo, unirme a Él, Quien con su gracia puede formar y ordenar mi voluntad, quien me puede hacer santo.

Madre inmaculada, tu que tienes la virtud de la mortificación universal, por el amor a las almas, ayúdame a ofrecer y desear los pequeños sacrificios, en unión con el sacrificio de Cristo, que desee su Reino en los corazones y trabaje para ello. Amen

Beda. En sentido místico se puede decir que los discípulos de Juan y los fariseos ayunan porque todo el que se gloría de las obras de la ley sin fe, y sigue las tradiciones de los hombres, y oye los oráculos de Cristo sin fe en el corazón, privándose de los bienes espirituales, languidece por el ayuno de su corazón; en tanto que el que se une a Cristo fielmente no queda en ayunas, porque se alimenta de su propia carne y de su sangre.

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