22 enero, 2011

Sábado, 22 de enero de 2011. Mc 3, 20-21

Por los vínculos familiares que tenían los parientes de Jesús, ellos asumían que esto les otorgaba poder hacia Él, tanto, que querían llevárselo, pero en realidad la ceguera no les impedía conocer al Autor de la Vida y Jesús jamás les iba a seguir sus caprichos, porque no le recibían.

El verdadero vínculo que vale hacia el Señor no es solo lo biológico, por eso María no es grande por haberle amamantado, sino porque escuchaba la Palabra y la vivía, la hacia vida. Igual San José, padre adoptivo del Señor, no logró dignidad desde lo biológico, pero por ser justo, por haberle dado de comer y de vestir al mismo Jesús, tuvo la dignidad de que todo un Dios le obedeciese, de que Dios le llamara padre.

Mi Jesús quiero estar íntimamente unida a ti, que seas mi Todo, que por medio de María, me encuentre contigo, habites en mi eternamente, que por la preciosa gracia de la fe seas mi amigo, mi amor, mi vida, que mi voluntad en todo momento se funda con la tuya y te reconozca vivo en cada instante y área de mi vida. Amén

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