18 enero, 2011

Martes 18 de enero de 2010.

Evangelio según San Marcos 2,23-28.
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".

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Los fariseos siempre estaban preocupados por lo exterior, por las apariencias. Nada podía escapar a sus ojos inquisidores. Sin embargo, ellos no eran justos como lo eran los santos de Israel. ¿Por qué, entonces, seguían tan empeñados en cumplir cabalmente la Ley si eso no los justificaba ante Dios?

Los fariseos sí creían que Dios los iba a mirar con buenos ojos por cumplir de aquella manera los mandamientos. Pero la realidad es que ellos eran muy buenos para que los demás cumplieran las leyes y muy malos para cumplirlas ellos mismos. ¡Qué fácil es juzgar a los demás y ver en ellos los defectos, pero qué difícil es auto juzgarse!

Por el contrario, los hombres justos de Israel siempre se dedicaron a autoevaluarse y a corregirse. La vida en Dios tiene que empezar primero por el interior propio y buscar siempre la perfección de vida por el cumplimiento, en la caridad, de los deberes correspondientes. Pero nos encanta despreciar lo ordinario para pretender lo extraordinario, olvidando que es en lo pequeño en lo que se nos pide la fidelidad: “al que es fiel en lo poco se le concederá más”.

María, ordinariamente santa, se dedicó a hacer bien lo que Dios le pedía. Nunca se fijó en lo que los demás hacían o dejaban de hacer. Ella, simplemente se entregó a la Voluntad de Dios y se preocupó por hacer bien lo que tenía que hacer.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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