26 octubre, 2010

EL Reino de los Cielos


¿A qué se parece el Reino de los cielos? El Señor nos ha hablado de que el reino de los cielos es de los que se hacen como niños, de los que son pobres de espíritu y más pero en esta ocasión nos habla sobre la comparación para el reino de los cielos y es increíble porque el reino de los cielos el Señor lo compara con una semilla y con un poco de levadura. ¿En que se parecen la semilla y la levadura? Creo que no se parecen externamente en mucho pero si en lo que hacen o producen, pues las dos son pequeñas medidas y transforman con una materia prima y se convierten en cosas diferentes e incluso grandes, pues crecen (O hacen Crecer). La semilla después de ser echada en la tierra (Materia prima) se convierte en un gran árbol que pronto va a incluso a ser nido para las aves del cielo que no tienen otro lugar que este. La semilla es la palabra de Dios que entra en el corazón de los hombres que si la reciben y disponen su corazón a la transformación (Materia Prima) Se hará un cambio tan grande que se notará pues el Señor transforma las personas y transforma de tal manera que incluso reconstruye lo que se había roto.

La levadura es similar en la medida que la mezclarse con el pan le da el crecimiento a este, simplemente un poco de levadura es necesario para transformar la harina y que se “eleve” de la misma manera la palabra de Dios llega de forma pequeña como un poco de levadura que transforma el corazón del Hombre y lo trasforma de tal manera que lo “eleva” a Dios y esta palabra de Dios es el mismo “Verbo Encarnado” que se entrega por nosotros. Él que murió en la cruz como semilla para poder resucitar a la vida como arbusto grande donde anidan todas las almas necesitadas de su misericordia.

La virgen María tiene un papel fundamental pues primero ella recibió el Verbo encarnado en su vientre y luego no solo hace eso si no que le dice a los hombres que “Hagan lo que Él les diga” disponiendo sus corazones a la gracia de Dios, al verbo hecho carne.

Oh virgen Inmaculada enséñame a reconocer el amor de Dios en mi vida y a darlo a conocer a
otros, enséñame de que forma “YO” (Cada Persona) puedo disponer mi corazón para que sea materia prima idónea para el crecimiento de la Semilla del Evangelio.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
“Ad Maiorem Dei Gloriam per María!

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