25 octubre, 2010

Lunes, 25 de octubre de 2010. Lc 13, 10-17

Es impresionante que ésta mujer estuviese en la sinagoga a pesar de su enfermedad que era ocasionada por un espíritu, verdaderamente ella quería encontrarse con Jesús, por tanto una persona que busque al Señor, tarde o temprano termina recibiendo de Él la sanación, la liberación.


El demonio afectó considerablemente su cuerpo, así se percibía, y al ser curada de la enfermedad por la imposición de las divinas manos, consecuentemente también quedó libre del espíritu, y esto se debe a la misericordia de Dios que la ama profundamente y no desprecia un corazón que le busque con confianza.

Amado Señor y Redentor, aumenta nuestra fidelidad a ti, nuestra profundidad en el diálogo de amor, que es la oración, permítenos adorarte en la Eucaristía y acompañarte prisionero en el Sagrario, para darnos la verdadera libertad.


Santa María, ruega por nosotros. Amén.

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