14 octubre, 2010

Jueves 14 octubre de 2010. Lc 11, 47-54

Debemos temblar ante el pensamiento de fallarle a Dios, no porque sea un Dios castigador que se desquita de los que le desobedecen, sino porque nuestra condición es tal, y la soberbia es tan grande, que somos capaces de hacer hasta lo inimaginable por amor a nosotros mismos.espejito-espejito[1]

Nuestro amor propio es tan grande que somos capaces de matar por nuestro propio interés. Nuestro amor propio es tan grande que somos capaces de robar, fornicar, adulterar, alejarnos de Dios, adorar ídolos, invocar al mismo Demonio.

Nuestro amor propio es tan grande, que si no fuera por la gracia de Dios estaríamos completamente perdidos en nuestra propia miseria. Si no fuera por la gracia de Dios… ¿qué sería de nosotros?

Sin embargo, si yo no tengo amor, la gracia de Dios no puede hacer lo que yo no le deje hacer. Si no redoblo mi oración y mi preparación, terminaré siendo «doctor de la ley» que se apodera de la llave de la ciencia, para no entrar yo y no dejar entrar a nadie.

Madre Inmaculada, no permitas que esto pase jamás, no dejes que pierda el amor primero. No permitas que me convierta en lo que tanto temo. Quiero ser un niño en tus brazos y sólo ver a través de tus ojos. Madre Santísima, te entrego todo, ya sabes qué hacer.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

No hay comentarios:

Search