22 octubre, 2010

Viernes 22 de octubre de 2010. Lc 12, 54-59

sagrado-corazon-de-jesus1[1] ¿Por qué siempre conocemos y desciframos las cosas de este mundo y nunca las de Dios? Sabemos cómo reaccionarán nuestros padres y hermanos ante una situación. Sabemos qué clima hará en el día y cómo va a ser el fruto de las cosechas.

Sabemos cuando nos vamos a enfermar y otra cantidad de cosas. Pero nunca sabemos cómo va a ser Dios con nosotros. No sabemos cuál es la voluntad de Dios ni qué debemos hacer para agradar a Dios.

En realidad, Dios siempre actúa de la misma manera y nos da señales contundentes sobre lo que quiere. Dios habla a través de las personas, a través de los signos, a través de la oración. La voluntad de Dios general es la misma para todos y sin embargo nunca la vemos clara. La voluntad de Dios para mí es bastante explícita pero nunca la comprendo. ¿Será que no quiero verla?

Ver y escuchar a Dios es más fácil que ver y escuchar a los demás, ´porque a los otros los podemos encontrar y sentir fácilmente, pero lo que hay en su corazón nunca lo comprenderemos. Por el contrario, a Dios lo encontramos con un poco de esfuerzo, pero lo que hay en su corazón siempre está disponible para que lo tomemos y lo conozcamos cuando queramos.

Madre Inmaculada, revélanos los misterios del corazón de Cristo. Aliméntanos de la miel que brota del costado abierto de Jesús.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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