17 abril, 2010

17 de abril de 2010. Jn 6, 16 – 21 (GL)

Jesús camina sobre las aguas ¿acaso no podía hacerlo? Si Jesús no camina sobre las aguas —como afirman muchos "exegetas" hoy en día— entonces Jesús tampoco está en la Eucaristía. Porque ¿qué es más fácil: caminar sobre el agua o quedarse en la Eucaristía?

Actualmente muchos dicen que Jesús no caminó sobre el agua, que es una representación literaria de cómo Jesús está con sus discípulos y yo no sé qué patrañas más. ¿Caminó sobre las aguas? Claro. Qué tal que no ¿acaso no podía hacerlo? Si Jesús no podía caminar sobre las aguas entonces tampoco podía resucitar a los muertos.

¿Qué pretendo decir con esto? Que la negación es progresiva. Se empieza negando los milagros de Jesús y se termina negando todas las VERDADES de la fe. Si todos esos prodigios no son más que "interpretaciones literarias del autor" entonces terminaremos diciendo que Cristo no resucitó, sino que eso es simplemente "figuras literarias que indican que 'Cristo estará siempre con nosotros'." —permítanme que me ría, se necesita más fe para creer eso que para creer en la resurrección.

¿Y yo que creo? Yo creo en Jesús, perfecto Dios y perfecto hombre, que hizo prodigios y cosas que nunca cabrán en nuestra cabeza. Creo en lo que dice la Iglesia y creo en lo que enseñaron los Padres de la Iglesia, creo en el Magisterio y en las enseñanzas del Papa. Creo en la sana doctrina y no leo a teólogos que niegan el verdadero sentido de las Sagradas Escrituras, no porque les tenga miedo, sino porque me dan nauseas.

Dice la Encíclica Humani Generis de Pablo VI: Existe, además, un falso Historicismo que, al admitir tan sólo los acontecimientos de la vida humana, tanto en el campo de la filosofía como en el de los dogmas cristianos destruye los fundamentos de toda verdad y ley absoluta.

16. Volviendo a las nuevas teorías de que tratamos antes, algunos proponen o insinúan en los ánimos muchas opiniones que disminuyen la autoridad divina de la Sagrada Escritura, pues se atreven a adulterar el sentido de las palabras con que el concilio Vaticano define que Dios es el autor de la Sagrada Escritura y renuevan una teoría, ya muchas veces condenada, según la cual la inerrancia de la Sagrada Escritura se extiende sólo a los textos que tratan de Dios mismo, de la religión o de la moral. Más aún: sin razón hablan de un sentido humano de la Biblia, bajo el cual se oculta el sentido divino, que es, según ellos, el sólo infalible. En la interpretación de la Sagrada Escritura no quieren tener en cuenta la analogía de la fe ni la tradición de la Iglesia, de manera que la doctrina de los Santos Padres y del sagrado Magisterio, debe ser medida por la de las Sagradas Escrituras, explicadas —éstas— por los exegetas de un modo meramente humano, más bien que exponer las Sagradas Escrituras según la mente de la Iglesia, que ha sido constituida por Nuestro Señor Jesucristo como guarda e intérprete de todo el depósito de las verdades reveladas.

17. Además, el sentido literal de la Sagrada Escritura y su exposición, que tantos y tan eximios exegetas, bajo la vigilancia de la Iglesia, han elaborado, deben ceder el puesto, según las falsas opiniones de éstos [los nuevos],
A UNA NUEVA EXÉGESIS QUE LLAMAN SIMBÓLICA O ESPIRITUAL, con la cual los libros del Antiguo Testamento, que actualmente en la Iglesia son como una fuente cerrada y oculta, llegarían por fin a abrirse para todos. De esta manera, afirman, desaparecen todas las dificultades, que solamente encuentran los que se atienen al sentido literal de las Sagradas Escrituras.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella,

Gabriel López

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