19 abril, 2010

Lunes, 19 de abril de 2010. Juan 6,22-29. (JR)

"Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre”, evidentemente es la Eucaristía, que es el alimento que perdura, que es eterno… pero si es Jesús quien se da, si es su cuerpo, ¿Por qué hay que trabajar? ¿Qué tenemos que hacer nosotros? En primer lugar, hay que reconocer que hemos sido alimentado hasta saciarnos, Él Señor entra a nosotros y nos llena (El Kerigma), pero igual que nuestro cuerpo, a las pocas horas volvemos a tener hambre, entonces, por eso hay que trabajar, hay que buscar a Jesús, hay que atravesar lagos, hay que reconocernos necesitados de Dios y el Señor nos da una clave: hay que creer y cultivar la fe en su presencia Eucarística.

Amado Jesús, ¿cuando se me volvió rutina asistir a la Santa Misa, cuando deje de deleitarme en Ti, cuando deje de anhelarte, de reconocer que este instante de Amor es el momento más importante del día? María, madre de le Eucaristía, reaviva en mi alma el deseo de tu Hijo, de trabajar por agradarle, buscar en todo instante cumplir su voluntad; sostén mi fe para tener una profunda intimidad con Dios y para disponerme para ser transformada en Jesus por cada comunión. Amén.

Jessica Restrepo Sepúlveda

1 comentario:

Esteban Sánchez dijo...

MUY BONITA LA MEDITACIÓN, SENCILLA Y CAUTIVADORA.

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