01 abril, 2010

Jueves Santo, 1 de abril de 2010. Jn 13, 1 ss.


¿Qué nos quiso decir Jesús con aquel gesto? Lavarles los pies a sus discípulos era algo insólito en aquella época, esta costumbre era exclusiva de los criados. Jesús se hace el criado de todos al lavarles los pies. Pero ¿eso fue todo lo que hizo? No, el gesto de Jesús es una manifestación sensible de algo que hizo de otra forma, es decir, lavarles los pies a los discípulos lo único que logró fue manifestar externamente lo que iba a hacer de una manera más perfecta.

Jesús se hace Eucaristía, se hace menos que siervo, porque el siervo depende de su amo pero sigue teniendo voluntad, en cambio, Jesús Sacramentado entrega incluso la voluntad de transformarse en la especies eucarísticas para hacerse Sacramento cuanto los discípulos quieran, por lo tanto, entrega incluso hasta su voluntad en manos de los hombres y por el bien de ellos. ESTE ES EL VERDADERO LAVATORIO.

Jesús muestra visiblemente lo que va a hacer espiritualmente. Por lo tanto, el acto del lavatorio es perfecto, porque no se queda en el acto, sino que da fruto. ¿Por qué digo esto? Porque lavarle los pies a alguien es MUY FÁCIL, hasta yo soy capaz de hacerlo, pero hacerse Eucaristía, es sólo un acto de valientes. Hacerse Eucaristía es entregarse hasta la muerte, no por sigo mismo, sino por los demás. Hacerse Eucaristía es algo digno incluso del mismo Dios y es el camino que Nuestro Señor ha trazado para nosotros.

María, la mujer Eucarística, nos enseña a perpetuar lo que hoy celebramos. María, Madre de Dios, hermosa cordera (esto lo dice San Melitón de Sardes, obispo, en el oficio de lectura del Jueves Santo), al igual que su Hijo, se hace la más pequeña de todas las criaturas para alabar así al Señor. Me atrevo a decir que Jesús, en el momento del lavatorio de los pies se inspiró en María al recordar sus palabras: HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR…

Y tú, ¿ya te hiciste Eucaristía?

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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