20 junio, 2010

Domingo 20 de junio de 2010. Lc 9, 18-24 GL

Nuevamente nos encontramos con el mensaje de la Cruz. «Quien quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga». ¡Qué insistente eres Señor con la cruz! Siempre estás recordándonos que debemos cargarla y seguirte.

Cruz, maravillosa cruz. ¿Qué tienes que atraes tanto? ¿Qué tienes que repeles tanto? Eres como el fuego, que a la vez aleja por su calor y por el daño que hace y así mismo atrae por su misterio y por su belleza.

Oh misterio de la cruz, ¿quién podrá entenderlo? Los de corazón limpio y los de corazón sincero llegarán a saborear tus delicias.

Madre Santísima, tú sí que saboreaste la cruz. Tú sí que conoces bien este misterio. Enséñanos, como una madre a sus hijos pequeñitos, a amar la cruz, a seguir la cruz, a cargar con la cruz de cada día y seguir al Señor. Madrecita linda, ¿qué podremos hacer sin ti sin la consagración a tu corazón inmaculado? No nos dejes dejarte.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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