30 junio, 2010

Mt 8, 28 – 34 AA

Jesús lo echamos muchas veces de nuestras vidas por cosas buenas y sabias que él hace en nuestra vida. El Señor está allí para disponer de nosotros y ayudarnos en los momentos de debilidad y necesidad y hace proezas grandes, destruye el poder del mal y sana los corazones heridos, lastimosamente muchas veces no reconocemos esa obra sanadora de Dios y vemos es una distorsión que nos lleva a negarnos al amor misericordioso que él nos quiere dar.

El Señor expulsa los endemoniados y los manda al lugar que se merecen, los echa y libra el hombre de la acción del demonio. Ellos reconocen que él es el Mesías, el hijo de Dios que ha venida a acabar con ellos. De esta forma podemos ver el pavor del demonio al poder de Dios, Dios es omnipotente y este poder lo usa para defendernos y liberarnos.

Oh Jesús enséñanos a entender tu poder y tu amor misericordioso, a entender lo que revelan incluso los demonios al verte que eres el hijo de Dios, nuestro salvador.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!

"Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam"

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