25 junio, 2010

Viernes, 25 de junio de 2010. Mateo 8, 1-4 JR

¡El leproso se dejó tocar por Jesús! Ésta es la prueba de su fe en el Señor, pues al ser una persona que era rechazada y considerada impura, a quien nadie podía tocar, él creyó, permitió que Jesús le tocara y por consiguiente le sanara.

Es curioso que se le ordene no contar a nadie su curación, cuando en realidad ésta sanación fue realizada en presencia de muchas personas, muchos la habían visto… quizás lo que quiere Dios es conservar el secreto Mesiánico, por el cual se nos permite descubrirlo, permitir y propiciar un encuentro personal con Él.

Mamita María, mujer llena de Amor, enséñame a dejarme amar por Dios, pues la mayoría de las veces me cuesta ser dócil, descubrir su amor, soy demasiado desagradecida y ciega para ver la acción de nuestro Señor en mi vida, sé tú quien alabe a Dios por mí en todo momento, quien mire por mí y a través mío a todas las almas y todas las maravillas por las cuales el Señor me manifiesta su amor y ternura. Amén.

Jessica Restrepo S.

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