01 junio, 2010

Martes 1 de junio de 2010. Mc 12, 13 GL

«Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios». ¿Cómo reconocer cuáles cosas son del Cesar y cuales son de Dios? El mundo está lleno de tentaciones que nos pretenden vender la idea de que «todo es del Cesar» y de esta manera entregar todo al mundo. El mundo nos exige seguir sus parámetros y lineamientos, nos exige tiempo, dinero, entrega, etc. Al fin de cuentas terminamos trabajando para el mundo y para pagar las «deudas contraídas con él».

¿Qué podemos hacer? Hay una opción muy sabia, ya que el ataque del mundo es constante e inminente: sacralizarlo todo. Si hacemos de nuestra vida diaria algo sagrado, algo que se ofrece por la salvación de las almas, podremos darle a Dios todo y al mundo sólo las migajas (como debe ser y no de manera inversa). ¿Cómo se puede hacer esto? Por medio de un camino de santidad. La santidad nos invita a entregar cada momento al Señor, a hacerlo todo en la presencia de Dios, a esmerarnos cada instante, incluso en lo más pequeño y despreciable, para hacerlo como lo haría Jesús y María. Entonces, si sacralizamos nuestra vida y todo lo que tenemos que hacer, vamos a encontrar una oportunidad abundantísima para santificarnos.

María hizo de su vida cotidiana algo completamente sagrado. Toda la creación le recordaba las obras del creador. Cada palabra, cosa, problema o alegría la acercaba a Dios. ¡Qué bella es nuestra Madre María que nos enseña a encontrarnos con su hijo bendito!

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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