27 junio, 2010

Evangelio según San Lucas, 9 51 - 62

Cuántas veces no le decimos “Señor, te seguiré a donde vayas”, y resultamos yendo por el lado contrario, o le seguimos pero miramos siempre para atrás como buscando ver si está mejor aquello que se ha dejado; es a esto a lo que Jesús responde "Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios"…
Esta última frase de Jesús tiene un significado importantísimo, pues uno se preguntará, ¿bueno, pero por qué esto? Es normal que viajando por un camino de vez en cuando se eche un vistazo para saber qué tanto se ha avanzado, podría responder alguno, pero en este caso no sería así, puesto que las veces que se mira hacia atrás serán las veces que esté tentado a volver a eso que he dejado. Cuando Jesús nos llama nos pide que dejemos TODO, no un poco, a Él le gusta la exclusividad y por ello pide una mirada fija sólo en Él, a Dios no le gustan las migajas ni las sobras a Él se le da TODO o no se le da nada, pues bien nos dice Jesús que no se puede servir a dos señores, pues querrá más a uno que al otro o se servirá mejor a uno que al otro y siendo Dios el Todopoderoso, no sería justo darle sólo una parte de mi, sería incluso un acto egoísta de parte de nosotros hacia Él que cada día nos da TODO su amor, no una parte.

Las veces que personas han intentado seguir a Jesús y miran hacia atrás, allí se quedan o no son netamente fieles a Él, hacen de sus actividades lo principal y el resto es para Dios; nosotros como verdaderos cristianos debemos pensar en que nuestra actividad principal sea Dios y el resto del tiempo para lo que necesitemos hacer. Es decir, que nuestro estudio o trabajo no sea lo primordial en nuestras vidas y si nos queda tiempo libre se lo dedicamos a Dios, NO!, la verdadera manera de distribuir nuestro vida y tiempo es centrarnos en Dios y pensar o hacer lo demás. No faltará el que diga, ¡pues, imposible! Pero si es posible, la idea con ello es que en el trabajo o estudio no se piense en realizarlos para cumplirle al profesor o al jefe sino a Dios, que cada acto realizado sea como un ¡te quiero Jesús! Hacer de nuestras actividades una oración, y ya luego de realizar estas cosas así podemos pensar en elaborarlas por nuestro beneficios, sean económicos o intelectuales.

Es que muchas veces pensamos que el estar en constante actividad no nos permite tener el espacio para dedicarle a Dios, y la verdad Él no es tan estricto, pues nos permite hacer de cada acto una oración, con la cual estaremos dándole más gloria y enriqueciendo nuestra vida espiritual.

Virgen Santa, cada acto tuyo aquí en la tierra y allá en el cielo es una oración constante a Dios para mayor gloria suya, en esta noche, Madre buena y Santa, quiero pedirte que nos enseñes a hacer de cada palabra y acto una oración que agrade al Padre y nos santifique. Amén

No hay comentarios:

Search