22 junio, 2010

MARTES 22 JUNIO 2010

El Señor nos enseña que no debemos dar las perlas a los perros ni a los credos porque lo echaran todo a perder, la perlas son las cosas santas de Dios, la palabra de Dios; el mensaje del evangelio, el mensaje de la Buena nueva que Cristo nos ha encomendado a llevar a todas las naciones. Pero si Cristo nos dice que hagamos discípulos suyos a todos los pueblos entonces ¿cómo no le vamos incluso a dar las perlas a los cerdos o perros?

La clave y solución está en la respuesta de las personas las cuales no son cerdos y perros por el hecho de su pecado sino por el hecho de su desprecio a lo divino, es decir aunque el hombre este perdido en el pecado y se halla desfigurado pareciéndose más a un cerdo o perro que a un hombre hijo de Dios, el Señor siempre está dispuesto a luchar por él y a rescatarlo de la inmundicia que se encuentra. El problema está cuando el mismo hombre con su libertad decide no recibir a Dios, no quedará otra cosa que orar por él pues el Señor ante todo es un caballero y respeta la libertad y por otro lado en ese momento de desprecio es donde se convierte en el verdadero perro y cerdo que pisotea las cosas santas.

Oh Madre Santa enséñanos a apreciar las cosas santas, a amarlas y darlas a los demás.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!

"Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam"

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