22 agosto, 2010

Domingo 22 de agosto de 2010. Lc 13, 22

Jesús sin responder responde a aquel hombre que le preguntó sobre los que se salvan. En verdad que la puerta es angosta y muchos lo van a intentar pero no van a poder. ¿A qué se refiere el Señor con angosta? ¿Será que es tan angosta que un solo hombre no puede pasar? ¿o será que es lo suficientemente angosta para que pase un solo hombre a la vez? En todo caso sabemos que es angosta y que muchos lo intentarán y no podrán cruzar.

Por todo esto podemos concluir que es necesario “adelgazar” para pasar por la puerta. Necesitamos adelgazar de amor propio, de egoísmo, de soberbia. Necesitamos adelgazar de comodidades y de orgullo. La puerta no admite “gordos espirituales”.

La puerta es angosta pero no necesariamente es baja. La puerta puede ser estrecha y alta. Esto quiere decir que tenemos que ser delgados de amor propios, delgados por la humildad, pero altos por estar unidos con Dios.

María era “delgada” y “alta” porque vivía a plenitud la humildad y era altísima en la oración.

Madre, enséñanos a despojarnos de todos lo que nos impida entrar en el cielo.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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