16 agosto, 2010

Lunes 16 de agosto de 2010. Mt 19, 16

¿Por qué razón el Señor siempre habla de vender todo y dárselo a los pobres? ¿No sería más fácil dar todo a los pobres sin venderlo? Pienso que mejor sería dejar a los demás las posesiones y las propiedades y todas esas cosas, pero ¿por qué el Señor es tan insistente en este punto?

Se me ocurre pensar lo siguiente: Vender las cosas toma mucho tiempo. Es necesario que pasen los días para encontrar un buen comprador y para cerrar el trato. El Señor nos pide vender las cosas y después dar todo a los pobres porque este proceso requiere un poco más de convicción que regalar todas las cosas de golpe, no sea que al cabo de unos días se arrepienta y regrese a su vida anterior.

Quien vende las cosas sabe que tiene que ser firme en su decisión y tiene que madurar sus convicciones, tiene que tomarse todo el tiempo necesario y ser dar pasos seguros. Además, el venderlo todo y darlo a los pobres exige un doble desprendimiento. Primero, el saber que tiene que despojarse de las cosas que tienen no solo un valor material sino un valor sentimental. Segundo, desprenderse del dinero obtenido en la venta de sus cosas, lo cual exige una gran proeza para quienes tienen un fuerte apego.

¿Será esa la razón? Seguramente no, porque Dios no piensa como los hombres.

Corazón de Jesús, aumenta tu amor y serás no podré contenerme más. San Francisco de Asís, enamórame de la Dama Pobreza. María, tuyo soy.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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