10 agosto, 2010

MORIR PARA VIVIR EN DIOS


“Si el grano de trigo no cae y muere queda solo” esto es lo que nos pide Jesús, que renunciemos a nosotros mismos para que pueda dar fruto a Dios, si el grano de trigo no muere no da fruto, de la misma manera si nosotros no morimos a nosotros mismo difícilmente podremos aspirar a la santidad, pues Jesús nos dice que quien quiera seguirlo que lo siga y el seguimiento de Jesús implica negación, implica “destruir” su propia voluntad para construir la voluntad de Dios, en uno.


Por un lado nos podría llegar una pregunta ¿Qué es negarnos a nosotros mismos? ¿Será que negarnos a nosotros mismos es renunciar a los vicios que tenemos? De alguna manera esta respuesta tiene dos puntos; el primero es que, no solo es importante renunciar a nuestros vicios sino que es deber y el merito de la renuncia está en la batalla espiritual que se emprenda. Por otro lado no solo se debe hablar de los vicios y defectos, muchas veces no solo hablando de lo pecaminoso sino que incluso en lo espiritual tenemos un gran apetito desordenado que es el mismo amor propio.

Increíble “Incluso en obras supuesta mente buenas podemos poner nuestro amor propio y "enfangarlas" totalmente” ¿A quién recurriremos? Oh madre santa tu que supiste negarte a ti misma, supiste cumplir la voluntad de Dios con el sí a Dios, enséñanos a amar y a alabar a Dios, enséñanos a negarnos a morir a nosotros mismos, madre de todo corazón ven y haz la obra de destruir nuestra voluntad para que viva la tuya que nos lleva a Dios.


La solución podríamos encontrarla en la rectificación de la intensión, pues nuestra intensión debe llevarse solo a Cristo, Él debe ser nuestro fin aunque lo que hagamos nos agrade esto debe ser encaminado a Dios y que mejor que hacerlo a través de la santísima virgen María.


¡A ti madre querida, enséñanos a amar!

“Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam”

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