21 agosto, 2010

La humildad de Jesús y María


El Señor nos señala algo importante en el evangelio de hoy, la humildad es una virtud que se debe cultivar y se debe apreciar y buscar rápidamente en la vida espiritual. Qué triste sería que al final de nuestra vida al ser juzgados en el amor se encuentre en todos nuestros actos solo el orgullo y las ínfulas de la soberbia, que triste sería pues no solo no tendríamos alegría celeste sino que además obtendríamos castigos pues esto es lo que nos causa la soberbia, nos merece purificación.

Por otro lado San Siriaco nos habla hermosamente de esta alta virtud:

“La humildad, aunque sea sin obras, borra muchas faltas. Por el contrario, sin ella, las obras no sirven de nada; nos procuran muchos males. Por la humildad, obtén pues, el perdón de tus injusticias. Lo que la sal es para todo alimento, la humildad lo es para cualquier virtud”.

Es verdaderamente importante esta virtud la cual es necesaria para otras virtudes. Qué necesidad tenemos de esta gran virtud. ¡Qué humildad tan grande la de Jesús y la de María! Ellos nos enseñan a amar esta virtud y a buscarla con anhelo y amor.

Oh virgen Santa tú que eres la virgen humilde enséñame a entrar en tu corazón a vencerme a mí mismo y a ganar almas para ti.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
“Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam”

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