23 agosto, 2010

Lunes, 23 de agosto de 2010. Mt 23,13-22

“Jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”

Si al jurar vale tanto la palabra, el altar, el santuario, el cielo, y si es tanta la indignación de nuestro Señor, entonces ¿Por qué no valorar el templo en donde se hace Cristo Pan?, ¿porqué no valorar la Virgen que lo llevo en sus entrañas inmaculadas? ¿Por qué poner en riesgo nuestra eternidad?

Quizás juzgamos los fariseos hipócritas, pero no nos hemos dado cuenta de la viga que hay en nuestro ojo, ¡Cuánto amor nos falta por lo santo y sagrado! Decimos amar a Cristo y no tratamos bien las imágenes que nos lo representan, desacralizamos la dignidad del templo, no honramos ni respetamos a María como Él lo desearía y haría.

Mamá quiero honrarte, agradarte, sacarte una sonrisa, te invito a que me acompañes en todo momento, adora a Jesús cada vez que lo comulgue, que lo visite, hazme menos indigna de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

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