31 agosto, 2010

Martes 31 de agosto de 2010. Lc 4, 31

Jesús hablaba con autoridad y tenía impacto sobre la gente. La autoridad garantiza que el mensaje llegue a las personas porque la gente está deseosa de escuchar la verdad, a nadie le gusta que le digan mentiras o lo traten como si se tratara de un inepto mental. Por el contrario, Jesús enseña con la autoridad de alguien que ha sido enviado y con la autoridad de alguien que vive lo que predica.

¿Qué pasará si invertimos este evangelio?

Se encontraba en la sinagoga un hombre lleno del Espíritu Santo y dijo: ¿qué quieres de nosotros, Jesús de Nazareth? ¿Has venido s salvarnos? Yo sé quién eres, el Santo de Dios.

Jesús felicitó a aquel hombre y le dijo: «dilo a todo el mundo y sal a predicarlo a todos». La gracia de Dios levantó a este hombre de su indignidad y Dios habitó en su corazón haciéndole mucho bien.

Gracias Señor porque siendo Dios quisiste venir a nosotros y salvarnos. Gracias por tu Madre bendita. Gracias por regalarnos el Espíritu Santo y revelarnos los misterios de tu Reino.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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