28 agosto, 2010

El evangelio de hoy nos presenta la parábola de los talentos, los talentos que se le dan a los siervos del amo, la primera cuestión que podríamos introducir es que como eran siervos ya estos estaban en el camino de trabajar por el amo, en este caso ¿Los siervos del amo son los que ya sirven a Dios o son todos los hombres que deben servirlo?
Por otro lado podría ser evidente para algunos que los talentos se dan en proporción a la capacidad de cada uno, sin embargo ¿Podría ser de otra forma? ¿Podría el amo darles a sus siervos talentos con los que no podría adelantar? Sin embargo hay dos formas de entender esto:

1. Podría dar algo que no puede sobrellevar
2. Pero en el mismo momento dar la herramienta para que lo sobrelleve, concluyendo que si da lo que cada uno puede sobrellevar sea directa o indirectamente

Este amo es el Señor que nos ha dado talentos, y los talentos se convierten en las virtudes llamadas a revivir en el hombre un camino de santidad, un camino que lleve a conseguir otras virtudes (Que se multipliquen los Talentos) La capacidad que da el Señor no se puede limitar por razones lógicas pues por encima de esto siempre aparece la omnipotencia de Dios, que hace de lo pequeño algo extraordinario. Así hizo a María una pequeña, humilde sierva y la convirtió en la Madre de Él mismo.

El Señor nos enseñe a descubrir los talentos que nos ha dado, y más aun nos enseñe por medio de las más llena de gracia y talentos; su madre santísima, la forma de corresponderle en el camino de santidad al cual todo los cristianos estamos llamados a vivir.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
“Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam”

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