15 agosto, 2010

Domingo 25 de agosto de 2010. Lc 1, 39

La palabra es algo más que los sonidos que se emiten al hablar. San Agustín dice que la voz es sólo el mecanismo medio del cual se trasmite la palabra. La voz es el vehículo en el cual la palbara se moviliza de una persona a otra. Cuando uno habla y otro lo escucha, la voz desaparece en cuestión de segundos pero el mensaje (la palabra) queda por mucho tiempo.

Cuando María saludó a Isabel la palabra de Jesús llegó a sus oídos y alcanzó a Juan, que aún no podía escuchar. La palabra inundó los corazones de los tres y los transformó interiormente, hasta el punto de hacer saltar de gozo al niño que estaba en el vientre de Isabel.

María es portadora de Jesús, escuchar a María es escuchar a Jesús, porque María no se atreve a decir nada que vaya en contra de lo que Jesús enseña. La voluntad de María y la de Dios está tan unida que podemos confiar perfectamente en Ella para acercarnos, sin temor alguno a su Hijo.

Isabel al escuchar a María escucho a Jesús, a Dios. Nosotros al escuchar a María podemos escuchar al mismo Dios, no porque María sea Dios, sino porque Dios la escogió a Ella para ser su portadora, para llegar a nosotros y para que nosotros podamos llegar a Él.

Jesús, que bonito sería que pudiéramos vivir plenamente nuestra consagración a Ti por medio de María. Cuán diferente sería todo si viviera la consagración como Tú quieres que la vivamos. Ayúdanos a amar más y más a tu Santísima Madre, no dejes que los miedos y las tonterías nos alejen de Ella.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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