Cuando uno quiere seguir a Jesús y ser su discípulo debe estar preparado para dejarlo todo, porque si no es capaz de hacer esta renuncia, será como el que comenzó a construir una casa y no tuvo con qué terminarla: «el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío».
Madre Inmaculada, ¿cómo podremos enamorarnos más del Señor y estar preparados para dejarlo todo por él? Virgencita linda, en la medida que te mire a ti podré mirar más perfectamente a tu hijo Jesús. Llévame de la mano, inunda mi corazón de tu dulzura y ardor por las almas.
San Francisco de Asís, ruega por nosotros al Señor y alcánzanos enamorarnos de las dos damas más perfectas: La Inmaculada y la Dama Pobreza.
Todo por La Inmaculada, nada sin Ella.
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